miércoles, 27 de abril de 2016

UNA GALERÍA DE CAMPEONES ABSOLUTOS DE BOXEO

Quiero compartir con ustedes, un escrito del señor A. Díez de las Heras, publicado en “Estampa” (España) en año de 1930:

AL PRIMER CAMPEỐN DE BOXEO DEL MUNDO, QUE ERA GRIECO, LE COSTÓ EL CAMPEONATO UNA OREJA Y UN OJO

El primer campeón del mundo de boxeo fue Onomastos, de Smirna, que se calzó el título en los Juegos de la 41º olimpíada.

En aquella feliz época, los Juegos Olímpicos podían considerarse como los únicos y verdaderos campeonatos mundiales de todos los deportes.

No sabemos que el Comité olímpico de entonces sostuviera luchas con las Federaciones Deportivas Internacionales. ¡Ah! Desde luego no se había planteado el problema de la “manque a gagner”, que tanto preocupa a los olímpicos de nuestros días.

EI pugilato de los juegos clásicos era un ejercicio rudo y peligroso. Un campeón de todas las categorías del siglo VI antes de Jesucristo hacía así el relato de su “récord” a las divinidades paganas:

“Yo, Androlaos, he disputado, ¡oh, Zeus!, todos los combates de pugilato organizados en Grecia. En Olimpia he dejado una oreja y en Platea uno de mis ojos.

Mi padre, Damóteles, ha ordenado a mis conciudadanos que no me saquen del estadio sino muerto”. Demasiado deportiva la actitud de este papá "manager", que espantará a los "segundos" de hoy día, humanitariamente dispuestos a arrojar en seguida la esponja...

PERO EL BOXEO, DICEN LOS INGLESES, ES UN DEPORTE INGLÉS

El pugilato da un salto de siglos desde la Grecia antigua hasta tiempos más modernos, y reaparece, como casi todos los deportes de origen clásico, en la Gran Bretaña.

En el siglo XV los combates a puño desnudo son muy populares. Muy sangrientos y frecuentemente trágicos también, no son por ello menos gustados por los súbditos de Eduardo III.

Los ingleses, que con justicia reivindican su prioridad histórica en todos los deportes, se jactan de haber poseído el primer campeón del mundo de boxeo: Tom Figg en 1719.

No existiendo una organización seria del pugilismo, cuya práctica, por otra parte, bastante bárbara todavía, estaba prohibida en todos los países, nos sorprende que existiera algún confusionismo en la transmisión del título.


En 1880 el americano Paddy Ryan fue, sin embargo, reconocido universalmente como campeón del mundo de todas las categorías. En 1886 se disputó un combate entre Jack Kilrain y el campeón de Inglaterra, Jem Smith, en el que se adjudicó el título mundial al vencedor Kilrain.


Pero al año siguiente, el bostoniano John Lawrence Sullivan se nombró a sí mismo campeón del mundo, y no sin razón, puesto que había vencido a los dos campeonas oficiales dos veces a Paddy Ryan y una a Kilrain.

Los ingleses trataron en seguida de buscarle un adversario.

Lo encontraron en su campeón nacional Charlie Waston Mitchell, pugilista de extraordinaria resistencia, bien que no pesaba más que 75 kilos.

El combate se celebró en Chantilly (Francia), poniendo en juego cada uno de los contendientes una apuesta personal de 500 libras.

En los combates a puño desnudo, los "rounds" no tenían una duración fija, sino que su final se señalaba por la caída de uno de los adversarios.

Todos los asaltos de este memorable combate terminaron por la caída de Mitchell. El primero duró 7 m. 7 s.; el segundo, 50 s. solamente; el tercero y el cuarto, 1 m. 30 s.; el quinto, 1 m. 15 s.; el sexto, 6 m. 50 s., y así sucesivamente. Después de dos horas de combate empezó a llover a torrentes (el "ring", según el uso del tiempo, estaba al aire libre, sobre la hierba).

Por fin, los dos combatientes, con el rostro tumefacto, cubiertos de agua y de sangre, después de un “round” que había durado 30 minutos, pidieron el “match” nulo, que el árbitro no vaciló en conceder.

La pelea había durado tres horas y diez minutos, y sus protagonistas descansaron de sus terribles fatigas en las celdas frías de la cárcel de Senlis, adonde los condujo la gendarmería, que hizo su aparición en los últimos momentos...

EL BOXEO EN LA ACTUALIDAD: DE SULLIVAN A SCHMELLING


John L. Sullivan, campeón indiscutido después de tal sucesión de hazañas, puso su título en juego el 7 de septiembre de 1892 en Nueva Orleáns, frente a Jim Corbett, un joven burócrata americano, que si no poseía una gran fuerza, se hacía notar por su boxeo científico. Su habilidad y su destreza triunfaron de la resistencia de! coloso bostoniano, al que puso fuera de combate para el campeonato mundial, disputado con puños enguantados, y del que arranca la verdadera historia regular de esta famosa prueba.

James Corbett, que mantuvo el título cinco años, desde 1892 a 1897.

Corbett conservó el solio mundial del puñetazo hasta el 17 de marzo de 1897, en que el gran científico del boxeo Bob Fitzsimmons lo puso fuera de combate, después de catorce asaltos, en Carson City (Estados Unidos). Para los que hablan demasiado a la ligera de la "vejez" de los pugilistas, consignaremos el dato de que el gran Bob contaba a la sazón treinta y seis años.

Bob Fitzsimmons, que a los treinta y seis años obtuvo el título de campeón en Carson City (Estados Unidos), de derrotar a Corbett.

Dos solamente conservaba el título. El 9 de junio de 1899, James J. Jeffries, el Hércules de cien kilos, le ponía fuera de combate en Nueva York, en once "rounds".

El nuevo campeón resistió durante largo tiempo lodos los asaltos que se dirigieron a su glorioso título; venció sucesivamente a Corbett, reaparecido; a Sharkey, a Rublin, a Munroe y a “tuttí quanti”. Parecía que no había nacido el hombre capaz de abatir su ciclópea fortaleza.


James J. Jeffries, el hércules de cien kilos, que derrotó a Fitzsimmons en Nueva York, el 9 de junio de 1899.

El 3 de julio de 1905, en Reno (Nevada), arbitraba Jeffries un combate entre Jack Root y Marvin Hart. Terminó el encuentro con la victoria de Hart, y al levantar su brazo victorioso, Jeffries exclamó:

—¡Este es el único hombre capaz de sucederme! ¡Este será desde hoy el campeón del mundo, pues yo no volveré a pisar un "ring"!

Aquella original transmisión de poderes fue, sin embargo, aceptada por todo el mundo. Tommy Burns, un canadiense de origen francés, lanzó seguidamente su reto al campeón novicio, al que batió al año siguiente, el 16 de febrero, en Los Ángeles, por puntos, en veinte asaltos.

Tommy Burns, canadiense, de origen francés, campeón en 1906.

El 26 de diciembre de 1908 es una fecha que quedará registrada con piedra “negra” en los anales del pugilismo. Por primera vez un hombre de color conquistaba el supremo título mundial. El hombre que reivindicaba así los fueros de la fuerza de la raza negra era Jack Johnson, el coloso de ébano, el más formidable púgil quizá de todos los siglos. El combate se disputó en Sidney (Australia), y fue suspendido por la policía en el 14 “round”, cuando Tommy Burns no era sino una piltrafa viviente ante Johnson y sonaban los primeros tiros de revólver con que los blancos, enfurecidos, trataban de contener la alegría desbordante de los hombres de color, que veían en Johnson el vengador de muchos siglos de esclavitud.


Jack Johnson, el coloso de ébano, el más formidable púgil de todos los siglos, que derrotó a Tommy Burns en un encuentro memorable que se disputó en Sidney (Australia).

Johnson, al que los españoles conocieron en los años de la guerra llevando una vida arbitraria y sospechosa, perdió el título el 5 de abril de 1935, en La Habana, ante Jess Willard, Para muchos este combate no fue sincero.

Jess Willard, que le arrebató el título a Johnson en 1915.

En la película del encuentro, celebrado al aire libre, puede, en efecto, verse que al producirse el pretendido "knock-out" en el asalto 26, Johnson no debe estar tan desvanecido cuando se cubre los ojos con el brazo para librarlos de los fuertes rayos del implacable sol tropical...

Jack Dempsey venció fácilmente a Willard en Toledo (Ohio) el 4 de julio de 1919. Desde el primer asalto lo había desbaratado de un "hook" de izquierda en la barbilla; al terminar el tercer "round", los cuidadores del de Kansas arrojaron la toalla al "ring", reconociendo vencido a su pupilo.


Jack Dempsey, el vencedor de Willard en Toledo (Ohio), el 4 de julio de 1919.
Gene Tunney, el comentador de Shakespeare, que derrotó a Dempsey, arrebatándole el título de campeón.


El actual campeón, Schmelling, que se adjudicó el título abandonado por Tunney.

El encuentro Dempsey-Tunney, en que aquél perdió el título; la retirada “a lo Jeffrie” del viajero incansable y comentador de Shakespeare; el combate Sharkey-Schmelling, en que se ha adjudicado el titulo abandonado por Tunney un tanto confusamente, son historias demasiado recientes para que sea preciso recordárselas al lector.


A. DIEZ DE LAS HERAS.

"Estampa", 1930.

lunes, 25 de abril de 2016

GEORGE BERNARD SHAW HABLA DE BOXEO

A la izquierda: George Bernard Shaw.
A la derecha: Hall Caine.

En el mes de agosto de 1927, el famoso escritor irlandés George Bernard Shaw, le escribió al célebre novelista inglés Mr. Hall Caine una carta de protesta sobre la supuesta brutalidad del boxeo.

Shaw estaba de acuerdo prácticamente con todo lo que señalaba Hall Caine aunque quiso aclarar solamente sobre un punto:

“La crueldad del boxeo es imaginaria. Esto no implica que los combatientes no se hieran. ¡No! Pero tampoco sufren más de lo que un atleta debe y tiene que sufrir en la rutina regular de su entrenamiento diario. Lo cierto es que ningún muchacho razonable, pero de contextura atlética, se abstiene del boxeo por el dolo que él envuelve, a pesar de que muchos de los jóvenes que se dedican a prácticas boxísticas salen de ellas en peores condiciones que las de Dempsey y Sharkey cuando éstos terminaron su reciente pelea en Nueva York.

Estoy seguro de que la mayoría de los boxeadores declinarían aceptar un remo en una regata universitaria, arguyendo que prefieren el deporte a que se han dedicado, por menos arduo, pues en éste por lo menos disfrutan de un descanso de nueve segundos sobre la lona del ring, amén de que cuentan….

Nadie que no haya ensayado el boxeo puede tener una idea de lo difícil que es golpear a un boxeador, aún cuando yo he visto, y como yo, muchos, que hombres sin ningún conocimiento del deporte, se golpean de manera tan feroz que en menos de treinta segundos ambos quedan en una condición que el sólo contemplarla obligaría a Tunney, a Dempsey y a Carpentier, a meterse a un convento a pasar tranquilos los días que les resten por vivir.

No hay duda de que los buscadores de sensaciones que pagan 25 dólares por ver algo terrible, creen que lo que ven es terrible en verdad, y el empresario del espectáculo que cobra esos 25 dólares, naturalmente que no trata de matar esa ilusión. Pero si el público supiera cuán poco daño se hacen los boxeadores, de seguro que exigiría la devolución del dinero pagado en la taquilla.

Por lo tanto, le pido a Hall Caine que no gaste en balde su espíritu humanitario. Si él y yo, cuando teníamos la edad de Sharkey hubiéramos recibido por nuestros éxitos siquiera la mitad de lo que el púgil bostoniano recibió por su derrota, nos hubiéramos considerado los hombres más felices de la tierra.

El puritano que antaño se oponía a que acosaran y molestaran a los osos de diversión, tuvo razón cuando declaró que no lo hacía por lo que sufría la bestia, sino porque el placer que experimentaban los espectadores era más condenable que el atropello del animal. Si los espectadores creen que lo que están viendo no es un certamen de habilidad que se desarrolla entre dos atletas que no tienen ninguna razón de odiarse, sino que se trata de una rabiosa pelea de odiosidades, entonces no hay duda de que el boxeo es inmoral. Y si los periodistas que nada saben de boxeo escriben crónicas sangrientas acerca de los encuentros, cometen la falta de fomentar la inmoralidad. Por lo tanto, sugiero que las autoridades declaren falta castigable el que cualquier periódico publique crónicas de boxeo escritas por individuos que no hayan pasado antes por un gimnasio donde boxeadores profesionales les hayan enseñado a conocer su mano derecha.

En lo que respecta a los organizadores de espectáculos boxísticos, yo los obligaría a que solo presentaran peleas de verdaderos expertos, pues no hay nada más aburrido que un encuentro entre dos principiantes. Ahí no hay ni la genuina brutalidad de la pelea, ni el interés de una lucha hábil.

Lo que mató al deporte del boxeo en todo el siglo XIX, no fue la brutalidad de los boxeadores, sino por el contrario, la simpleza de las peleas.

En cuanto al analfabetismo del “ring”, ya no existe en nuestros días. El pugilismo ha adquirido un considerable gusto literario, y lo raro es que Sir Hall Caine no lo haya notado. En este deporte hay algo que atrae irresistiblemente a la romántica cobardía de todos los escritores de historias novelescas. Y aún los mismos boxeadores manejan la pluma actualmente. Norman Clark, conocido ex-boxeador, no sólo ha escrito un tratado sobre boxeo, sino que también nos dio una exposición popular de la filosofía Kantiana. La autobiografía de Carpentier es tan vivaz e individual, que es imposible creer que fuera manufacturada por agentes de prensa asalariados. Mr. Tunney quien estuvo a punto de hacer una interpretación cinematográfica de mi novela “La Profesión de Cashel Byron”, al leer ésta se reveló como un concienzudo crítico al puntualizar los errores técnicos que la hacían inadaptable a la pantalla.

Estos pugilistas literatos son los únicos que pueden mantener el interés de los espectadores cuando luchan ante el público.

Los boxeadores norteamericanos de la actualidad llenan los periódicos con artículos, no sobre la técnica del deporte, sino sobre psicología y otros tópicos.

Y dentro de poco no será raro que los púgiles exhiban títulos universitarios que los autoricen a colgarse una larga serie de letras al final de sus nombres, amén de un considerable índice de las obras que han publicado.

Para finalizar, debo decir que no creo que los empresarios de boxeo compartan el humanitarismo de Sir Hall Caine en lo que respecta al sufrimiento de los combatientes, pero si les aconsejo de una manera formal, que consideren el peligro que corre el negocio en vista….

En el futuro “el ring” se levantará en los grandes estadios que almacenan centenares de miles de personas, sino en cualquier rincón de un estadio de Cinelandia. A esto llegaremos porque las vastas colecciones de gentes que con más dinero que cerebro patrocinan el deporte del boxeo, algún día advertirán lo caro que pagan sus emociones.

George Bernard Shaw

Londres, agosto 1927.

Nota: George Bernard Shaw fue ganador de los premios Nobel de Literatura en 1925 y Cinematográfico “Oscar” en 1938. 

sábado, 23 de abril de 2016

FELICITACIONES A COMBATE SPACE

Juan Larena y Marcelo González.

Desde Caracas, Venezuela, les envío mi caluroso saludo y felicitación por arribar, el prestigioso programa televisivo “Combate Space”, a su 25º Aniversario.

Les agradezco mucho por brindarnos cada semana sus entretenidas transmisiones de los eventos boxísticos que disfrutamos todos los aficionados.

A los buenos y destacados profesionales, señores Juan Larena y Marcelo González, mis congratulaciones por sus brillantes narraciones y atinados comentarios.

Les deseo que continúen los éxitos y su importante labor en beneficio de este deporte.

Muchísimas personas de distintos países los seguimos con interés, semana tras semana.

¡Enhorabuena!     
      
Miguel Dupouy Gómez
Caracas-Venezuela

miércoles, 20 de abril de 2016

CONFESIONES DE JACK DEMPSEY EN 1926


A continuación publico unas declaraciones dadas por el campeón mundial de los pesos pesados, de 1919 a 1926, Jack Dempsey, realizadas en Denver, Colorado (U.S.A.), en el año de 1926:

“Nunca he gozado del favor del público norteamericano. Puedo decir que desde que soy campeón del mundo la mayoría del público ha esperado mi derrota cada vez que he subido al ring. ¿De dónde proviene esta impopularidad? Lo ignoro. El día en que luché con Carpentier, un noventa por ciento de los espectadores deseaba la victoria del extranjero. Cuando me enfrenté a Harry Wills, mis compatriotas, a pesar del horror que tienen a los negros, esperaban aclamar a mi rival.

No quiero profundizar los sentimientos que no comprendo…ni comparto. No creo haber jamás, con mi conducta como boxeador, dado lugar a críticas. Siempre que he boxeado lo he hecho con valor y con lealtad.

Bill Brennan me puso en peligro. Cualquier otro hombre hubiera caído knocked-out con el golpe que me dio Carpentier en la quijada, en el segundo round de nuestro combate. Nunca estuvo Firpo más cerca del triunfo que cuando me sacó fuera del ring, en nuestro match. Pero siempre, aún inconsciente, he encontrado en mí mismo la fuerza suficiente para defenderme y para transformar en victoria lo que había parecido una irremediable derrota.

Esto es, ante todo, porque yo poseo una quijada de hierro, lo cual constituye una gran cualidad física, “el espíritu de lucha”, sin el cual no podría ningún hombre llegar a ser un campeón verdadero, cualesquiera que sean los recursos que disponga. El entrenamiento puede perfeccionar a un hombre; el trabajo puede desenvolver la virtuosidad y la resistencia; pero “el espíritu de combate” no se adquiere, nace con el individuo.

Yo no me hago ninguna ilusión sobre el porvenir. El día que me derroten ningún empresario volverá a contratarme. No importa que yo sea, entonces, rico o pobre. Si yo no me preparo yo mismo una vejez tranquila nadie vendrá a socorrerme. Por eso, como sé que trabajo para mi porvenir, me hago pagar caro.

Yo cobro muy caro. Este es un reproche que muchas veces me han hecho los periódicos. ¿Por qué ha de ser de otro modo? Siempre he querido que cada match me produzca más que el precedente. ¿No tenía razón, cuando las entradas seguían la misma progresión ascendente?

Convenceos de que no existe ningún boxeador que pueda dictar el tamaño ni el peso de la bolsa. El único que puede imponer esas condiciones es el público. El organizador sabe si el público, vendrá; si el match lo atraerá o no.

Ni el organizador ni los combatientes pueden decidir el asunto. El único juez –lo repito- es el espectador. Según el interés que éste tenga en el boxeador, así será el interés que tiene en verlo combatir. El día en que el campeón encuentre quien lo venza entonces nadie querrá verlo más. Es por esto por lo que es conveniente alejar el mayor tiempo posible la fecha de la derrota, que irremediablemente le llega a cada boxeador.

Cuando Tommy Burns le pidió a Mac Intosh seis mil libras por su encuentro con Jack Johnson en Sydney, todo el mundo se escandalizó. Tommy estaba loco! En aquel tiempo esa cantidad batía todos los récords. Mac Intosh no fue de la misma opinión; hizo un cálculo rápido y aceptó las condiciones. Él no era un Mecenas, sino un hombre de negocios. Si él hubiera supuesto que una pelea entre dos gatos salvajes hubiera llevado tanto público como el match Burns-Johnson, yo os garantizo que habría pagado el mismo precio, apartando a los boxeadores.

En la época de mis comienzos, yo boxeaba por el valor de una modesta comida, porque, siendo desconocido, el público no pagaba por verme. Yo he ganado más a medida que me hacía conocer. Así no existe alguna razón para que, fiel a los principios de los organizadores, no haya yo tomado la decisión de pedir cada vez más. El organizador acepta porque sabe que le conviene. Todos han hecho grandes beneficios conmigo. ¿Por qué no debo yo aprovecharme también?

Antes de que usted fuera campeón, se me dice con frecuencia, cien mil dólares eran un máximum; después del principio de su reinado usted ha cobrado 300.000 por un combate y algo así como 450.000 por otro.

Es la pura verdad.

Pero examinemos mejor los hechos: por pelear con Billy Miske, que recibió 25.000 dólares, yo gané 55.000; el organizador, Floyd Johnson, hizo una grande utilidad. Tex Rickard me dio 300.000 dólares por mi pelea con Carpentier, quien ganó 200.000. Ahora bien, los 74.900 espectadores hicieron una entrada de 1.626.580 dólares. ¿Se podría quejar? Por encontrarme con Tom Gibbons me fueron prometidos 310.000 dólares. El negocio resultó malo a causa de una mala organización. Ni Gibbons ni yo éramos responsables. Mi pelea contra Firpo me produjo la mayor suma que he ganado en mi carrera y Firpo ganó 125.000 dólares. Después de haber pagado todos los gastos, Tex Rickard se dio cuenta de que le quedaban 200.000 dólares. ¿Podía quejarse? Y yo os aseguro que ninguno de los 80.000 espectadores se arrepintió de haber gastado su dinero.

Si yo he cobrado más que cualquier otro boxeador, nadie puede quejarse. Yo trabajo para vivir, y, por mi trabajo, me hago pagar el máximum”.
Jack Dempsey

martes, 19 de abril de 2016

LA PRIMERA PELEA DE BOXEO REALIZADA EN MÉXICO

Según el escritor Heriberto Lanfranchi, el 24 de noviembre de 1895, se llevó a cabo en la plaza de toros de Pachuca, Hidalgo, la primera pelea de boxeo celebrada en la República Mexicana.

La pelea principal estaba pautada a 5 rounds “a puño limpio” entre el hombre de color Billy Clarke (que se decía campeón de Centro América) y el rubio inglés Billy Smith (que se decía campeón del peso mediano de Texas).

Clarke había ganado el primer round con algunos golpes poco reglamentarios. Smith detuvo a su oponente, en el segundo asalto, con un terrífico golpe con su izquierda a la nariz. En el tercer round, Smith continuó su severo castigo sobre Clarke. Billy Smith triunfó por knock-out en el cuarto asalto.

Como no usaron guantes, se destrozaron mutuamente la cara y toda la prensa capitalina protestó enérgicamente en contra de la contienda a puñetazos.

El espectáculo fue promovido por el Profesor James “Jimmy” Carroll, quien era propietario del Club Atlético Nacional de México, que se encontraba en un salón del hotel Iturbide.

G. H. Hewet actuó como árbitro de la pelea. Se estimó que asistieron unas 800 personas, entre ingleses, norteamericanos y mexicanos.

Previo a la pelea, se hicieron varias demostraciones boxísticas. El hijo mayor del Profesor Carroll, de nombre Charles, inició con una demostración golpeando el saco. Luego, hizo el mismo Charles Carroll un guanteo con el sparring Fred Steinbuch. Posteriormente, los jóvenes Arthur Carroll y George Williams deleitaron al público presente con una pelea. Más adelante, Jimmy Carroll (ex-campeón mundial semi-pesado) se enfrentó a Ed Price (ex-campeón de California), donde dieron un combate de “exhibición científico”.

sábado, 16 de abril de 2016

BATTLING SIKI: PRIMER CAMPEỐN DE BOXEO AFRICANO


A mediados de diciembre de 1925, falleció trágicamente en Nueva York (U.S.A.), el boxeador senegalés Battling Siki.

Presentaba su cuerpo dos heridas mortales producidas con arma de fuego. Se ignoró el móvil de hecho, aunque la viuda del extinto púgil señaló la posibilidad de que fueran unos contrabandistas de licores.

Ninguno de los boxeadores de esa época tuvo tan rápida notoriedad como Siki, cuyo nombre verdadero era Luis Siki Phal.

Nacido en Senegal, llegó a Francia con sus padres, iniciándose en el boxeo cuando tenía 10 años de edad, donde compartía labores en una fonda, lavando platos.

Tuvo relevante actuación durante la Primera Guerra Mundial, combatiendo para el Ejército francés, en el 8vo. Regimiento de Infantería, por cuyas valerosas actuaciones fue condecorado con “La Cruz de Guerra” y “La Medalla Militar”.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, se dedicó de lleno al boxeo. Para el 1 de noviembre de 1919, Siki tenía un impresionante récord de 43 victorias, en 46 combates, con 21 knock-outs, 1 derrota por decisión y 2 empates.


En septiembre de 1922 se hizo célebre cuando venció fácilmente por knock-out a la gran figura del boxeo francés Georges Carpentier. Estaba presente en esa ocasión el joven Ernest Hemingway, quien fuera célebre escritor.

Mucho le costó a Siki esta victoria. Los admiradores del campeón francés Carpentier no le perdonaban que le hubiese ganado y derribado a su ídolo. Cuando Siki se subió al ring en París (Francia) en su próxima pelea muchos acudieron al combate para ver rodar sobre la lona al espigado hombre de ébano senegalés. Su contrincante era un buen boxeador, entrenado de nombre Nilles, campeón semi-pesado de Europa.

La vida desordenada del senegalés hacía suponer que sería derrotado; sin embargo, al subir al ring Siki y arrojar su bata lejos de sí, apareció un hombre hercúleo con decisión de vencer, derrotando a Nilles por la vía rápida del knock-out.

Los comentaristas y aficionados del boxeo comprendieron ese día la fortaleza del boxeador Siki.

La prensa parisina, en el “Le Petit Parisien”, señalaba: “Siki mueve los brazos como aspas amenazadoras  en contra de todas las reglas del boxeo; pero esto es una simple engañifla. De ese torbellino de brazos salen oportunamente unos uppercuts que derriban en el acto”.

Luego de su victoria ante Nilles, Siki se dedicó a escandalizar a toda la ciudad de París, con sus excesos con el licor. Poseía un buen humor que le hizo tener gran popularidad. Era dispendioso con su dinero. Todas las fiestas donde asistía terminaban a golpes.


Siendo campeón mundial semi-pesado, perdió su cetro por no haber entrenado lo suficiente. Fue en la ciudad de Dublín, ante el boxeador irlandés Mike MacTigue, el 17 de marzo de 1923. Partiendo luego de su derrota, a los Estados Unidos de Norteamérica en busca de nuevas oportunidades.

Los cronistas neoyorquinos se familiarizaron con las extravagancias de este púgil, haciéndolo aparecer frecuentemente en la prensa. Cuentan que un día se presentó en la famosa Quinta Avenida de la ciudad de Nueva York, lanzando billetes de a dólar, lo que produjo una larga interrupción del tráfico, despertando numerosos comentarios por la prensa.

Siki fue más célebre por su vida escandalosa fuera del ring que por sus victorias en el ring. 



Casado en dos ocasiones con mujeres de raza blanca, en Francia se casó con una holandesa en 1924 con quien tuvo 2 hijos y posteriormente, se casó ese mismo año, con la norteamericana, de nombre Lilian Werner, su viuda.

El 15 de diciembre de 1925, había sido detenido por un policía por presentar estado de ebriedad en las cercanías de la calle 42 de Manhattan (Nueva York), apareciendo su cuerpo sin vida, tirado en la calle, presentando dos disparos de arma, a corta distancia, realizados por su espalda, en la cercanía de su apartamento en esa ciudad.

Sus exequias se realizaron el barrio neoyorquino de Harlem, en la iglesia baptista abisinia. Cerca de 80 personas lo acompañaron a su velorio. Al salir, hubo que colocar cordones policiales para mantener el orden, siendo acompañado por una gran multitud de personas. Fue llevado hasta el cementerio de Flushing (Nueva York) y el Pastor Powell hizo una necrología sobre Siki, donde expresó: “Siki era conocido en todo el mundo como “El Hijo de Juncar” o el “Hércules Senegalés”. Ningún hombre nacido en Africa tuvo una vida tan dramática ni un fin tan trágico como este hermano que supo conquistar numerosas condecoraciones francesas en el campo de batalla. Si sus cualidades hubieran sido guiadas por el camino del bien y no inicuamente explotadas como lo fueron por hombres sin escrúpulos, algo mucho mejor se hubiera obtenido de este atleta de una raza que aún maltratan los prejuicios”. Y luego volviéndose hacia un grupo de hombres blancos, agregó: “Contemplad este ejemplo. Nosotros en estos momentos, sólo exigimos a la civilización moderna un poco más de piedad para con los hombres hijos de Juncar que vengan a instalarse en esta tierra”. La ceremonia del entierro se efectuó bajo los ritos mahometanos.

Murió a los 28 años de edad, de los cuales dedicó al boxeo 18. Su récord vitalicio fue de 64 victorias, 25 derrotas y 5 empates, con 35 knock-outs.

El año de 1993, fueron trasladados sus restos a su país natal Senegal, específicamente a la ciudad de St. Louis. Fue el primer campeón procedente del continente africano.

lunes, 11 de abril de 2016

EL BOXEO EN VENEZUELA EN 1924 Y 1925


Para el año de 1924, fue cuando se presenció por primera vez, una exhibición boxística en Venezuela. Esto ocurrió con la llegada al país de unos boxeadores panameños.

Contando con el permiso de las autoridades distritales, montaron en el centro del ruedo del Gran Circo Metropolitano, demolido en 1945, lo que se llamó el “Primer Ring Boxístico Venezolano”.

La mencionada modalidad deportiva, sólo se conocía a través de las películas silentes y de las crónicas aparecidas en periódicos y revistas extranjeras que llegaban con cierta regularidad a Caracas. Las primeras peleas entre los boxeadores panameños fueron de exhibición. Combatían entre sí, es decir, se alternaban los hombres en cada encuentro.

Esta delegación de púgiles del istmo, arribó a Caracas contratados por Rafael Otazo, emprendedor e inteligente promotor venezolano de espectáculos públicos.

Para la noche del 1 de enero de 1924, se confeccionaron 3 peleas a 2 rounds cada una. Las animaron los siguientes pugilistas: Jorge Luis Alfaro, Ricardo Grosso, Juan Gallardo, Midget Fonetta, “Carpentier de Panamá”, “Kid Martín”, “Kid Clarence” y actuó como árbitro el profesor de boxeo L. E. Fortique. Las localidades del circo se llenaron de un público entusiasta que presenciar la primera programación de boxeo. Los precios de las entradas estuvieron al alcance de todos: preferencia numerada (“ring side”) Bs. 5; asiento de palco Bs. 4; y gradas Bs. 2; damas y niños mitad de precio. En los intermedios de las peleas, se realizaron números de gimnasia sueca, a cargo de los mismos pugilistas.

En la segunda función, también de exhibición, se enfrentaron los negros vs los blancos: Juan Gallardo, (blanco) vs Ricardo Grosso, (negro) y “Panamá Carpentier”, (blanco) vs “Kid Martín”, (negro). Jugaron un poco con los guantes y después vino el encuentro entre Midget Fonetta, (blanco) y “Kid Clarence”, (negro). El programa lo completó la proyección de una cinta cinematográfica, titulada “La Chica del Mar”.

En la tercera velada de la temporada, con fecha 10 de enero de 1924, debutó el Primer Boxeador Venezolano, en la primera pelea de la noche, quien fue José Antonio Gil, natural de Caracas. Gil, se enfrentó al panameño Grosso, resultando el nativo un hueso duro de roer, para cualquier boxeador, según apreciación personal de los cronistas deportivos de aquella época. La primera pelea oficial que se realizó en Caracas, fue protagonizada por el panameño Ricardo Grosso y el deportista caraqueño Rafael Carabaño, el 19 de enero de 1924. El combate resultó favorable para Carabaño, al recibir un golpe prohibido, (foul) que ameritó la descalificación de Grosso. Carabaño era un típico peleador callejero, guapetón, tirador de palos y de cabeza. No se fijaba, ni media la corpulencia de su rival para fajarse a puño limpio. Cuando perdía un match en el ring, acostumbraba esperar en la calle a su vencedor para arreglar cuentas en plena vía pública.

La contienda duraba hasta que aparecía la policía, rolo en mano, dispersando primero al nutrido grupo de mirones, que gozaban un puyero presenciando boxeo de gratis y luego procedían a detener al iniciador de la refriega, que resultaba ser Rafael Carabaño, quien apresado, era conducido a pie, hasta el Cuartel de “Las Monjas”.



Los Boxeadores, Vittorio Carretta (Campeón del Norte de Italia) y Battling Hamley (Campeón de Fort de France, Martinica), se enfrentaron el 5 de julio de 1924 en el Circo Metropolitano de Caracas. Carretta venció a Hamley por puntos. (Foto: Manrique & Co.). 

Ese mismo año de 1924, se produce un suceso importante en la organización del boxeo. Los periodistas y los aficionados exigían una entidad que se encargara de dirigir todo lo concerniente a las actividades boxísticas. Atendiendo ese clamor popular, por disposición del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República y según decreto del Gobernador del Distrito Federal, se crea la Primera Comisión de Boxeo Profesional. A partir de entonces, la afición por el nuevo deporte cundió rápidamente entre la muchachada caraqueña. Surgieron improvisados managers, comenzaron aflorar las primeras figuras y avispados promotores, dispuestos, unos, a imponer el pugilismo y los otros a sacarle provecho.


En agosto de 1924, llega a Venezuela el boxeador argentino Godín, quien había igualado la proeza de Carretta, venciendo al pseudo campeón uruguayo Luis Meiggs. Se esperaban próximas peleas en el coso de San Martín, el Circo Metropolitano de Caracas.

El sábado 16 de agosto de 1924, se midieron ambos púgiles, venciendo por knock-out el italiano Carretta a su oponente el uruguayo Luis Meiggs. Carretta fue felicitado abrumadoramente por los aficionados emocionados que presenciaron la contienda.

El 23 de agosto de 1924, se exhibieron en el Circo Metropolitano de Caracas, los boxeadores Godín y Vázquez. El primero de ellos, se enfrentó el 30 de agosto de 1924 al martiniqueño Battling Hamley. La prensa señalaba lo siguiente sobre ambos púgiles:



Godín: Para quien observara la faz de entrenamiento presentada por este boxeador en el Nuevo Circo, saltará, como primera característica de él, su gran agilidad. La escuela de Boxeo latina, la que llevara a Carpentier al borde del campeonato mundial, la más elegante y bella de todas las peleas: he aquí la que practica este buen boxeador que se prepara a entusiasmar la afición de la capital en su próximo match con Hamley. Abierta, franca, leal, esta clase de peleas es de las más emocionantes. Es, a cada momento, un alarde de ágil audacia y un armónico movimiento de todo el cuerpo.

Frente a Hamley, Godín será la agilidad contra la fuerte resistencia del negro; la rápida defensiva inteligente luchando con el ataque continuo, el golpeteo incesante de ese su otro fuerte y poderoso adversario.

Battling Hamley: La mixta combinación de la escuela latina y de la americana, con los agregados de ciertos especialísimos movimientos característicos de los peleadores de su raza, vienen a constituir la forma de lucha de este púgil conocido ya por el público capitalino, que supo apreciar y admirar sus condiciones en su pasado encuentro.


Duro al castigo, recio, valiente y ofensivo Battling Hamley da la impresión de un tenaz martillo cuyo incesante golpetear no deja un momento de descanso a su contrario durante toda la pelea. Cuando él boxea tiene que haber lucha. No concibe, no ya el retroceso, pero ni siquiera la defensiva. Ágil posee toda la cautela maliciosa de su raza, y sus discordes movimientos son una perenne amenaza suspendida sobre la cabeza de su contendor, durante toda la pelea. 



En el boxeo internacional, había mucho interés por la pelea que sostendría el argentino Luis Ángel Firpo contra el norteamericano Harry Wills “La Pantera Negra”, la cual se efectuó el 11 de septiembre de 1924, en New Jersey (U.S.A.). Firpo perdió por puntos en 12 asaltos, alejándolo de la posibilidad de enfrentar al Campeón Mundial. También se hablaba del regreso a los cuadriláteros del legendario Ex-Campeón Mundial de los Pesos Pesados, Jack Johnson y de la derrota del francés Carpentier ante Tunney.

A los latinoamericanos, además de Firpo, interesaban los boxeadores que hacían carrera en Norteamérica, entre ellos figuraban: Los chilenos Luis Vicentini y Quintín Romero. Vicentini era Campeón del peso ligero, quien había sido derrotado por puntos, por el norteamericano Bernstein, quien se enfrentó al Campeón Mundial Peso Ligero Benny Leonard.
  
Ese año, el boxeador venezolano Vicente Martucci, lanzó un reto a los pesos pluma de España. 


Se celebró el combate entre el chileno Víctor Vázquez y el italiano Vittorio Carretta en Caracas (Venezuela) mostró gran calidad profesional boxística.

El título de Campeón en Venezuela, había sido concedido en principio, por la Prensa; es decir, por los cronistas, quienes estimulaban así a los boxeadores, pero sin existir un certificado legal que así los acreditara.

En Venezuela, los boxeadores que ostentaron el título de campeón, de esta manera fueron: El venezolano, Rafael Carabaño; Battling Hamley le arrebató el título a Carabaño con su derrota; luego la faja pasó a manos del italiano Vittorio Carretta; y posteriormente, pasó a manos del chileno Víctor Vázquez quien derrotó a Carretta.

El 17 de septiembre de 1924, señaló Pedro Luka: El sábado pasado, 13 de septiembre de 1924, hizo su aparición en los rings caraqueños un muchacho llamado Braulio Tovar,  quien despertó gran admiración entre los aficionados. Este joven boxeador tiene muy buenas facultades; golpea con ambas manos duramente y posee una sorprendente agilidad casi felina.

Después del combate entre el chileno Víctor Vázquez y el argentino Godín, ganado por éste último, conquistando el título de campeón, solo se estimaba la posibilidad de una revancha entre ambos púgiles.

El señor Alfredo De la Sota, socio de la empresa de boxeo, viajó a los Estados Unidos de Norteamérica para contratar boxeadores que se enfrenten a los que se encuentran en nuestro país.



En el Norte, de los boxeadores sudamericanos, a quien mejor le ha ido, es al chileno, peso pesado, Quintín Romero Rojas. Obtuvo dos buenos triunfos ante los norteamericanos Farmer Lodge y Mc Kenan. Romero declaró a la prensa que su sueño era enfrentar en el año 1925 al argentino Luis Ángel Firpo. Su próxima pelea pautada sería ante el norteamericano Floyd Johnson.

Señala el periodista deportivo Pedro Luka, el 25 de septiembre de 1924, lo siguiente: “La falta de pugilistas criollos que puedan alternar lucidamente con los boxeadores extranjeros, es uno de los mayores inconvenientes con que tropiezan entre nosotros los eventos pugilísticos. Por lo tanto, urge antes que todo, constituir un centro que sea a manera de academia o escuela de boxeo, donde los futuros combatientes aprendan el difícil arte de propinar y evadir los golpes.

Un instituto de esta índole vendría a llenar una necesidad deportiva, a la cual se debe la falta casi total de contendores nacionales. Ojalá que éste se lleve a efecto y que sea dentro de poco”.

Armando Best se enfrentó al “Caimán del Catatumbo” el sábado 13 de noviembre de 1924 y el vencedor se medirá posiblemente a Carabaño.

El 22 de noviembre de 1924, se preparó un combate de boxeo entre los pugilistas venezolanos, Rafael Carabaño, Ex-Campeón Nacional de Boxeo y Armando Best.

Carabaño había vencido al panameño Grosso, y parecía que su carrera seguiría en franco ascenso; sin embargo, al enfrentar al martiniqueño Battling Hamley, el criollo Carabaño se sometió a un entrenamiento excesivo que lo llevó a un estado de cansancio y agotamiento, aunado a un padecimiento digestivo y sobrepeso (llegó a más de 145 libras) cuando tenía 135 libras. En su entrenamiento previo al combate mostró estar en forma, destacando sus upper-cutt con la mano izquierda. En esa ocasión, Jesús Corao estuvo dirigiendo sus prácticas y acondicionamientos físicos.

Su joven contendor, el caraqueño, Armando Best, era muy conocido en Caracas y había conquistado numerosas victorias, tan solo tenía una derrota, la que recibió un knock-out de manos de “Firpo de Caracas”. Contaba con 18 años y era de recia contextura. Entre sus actuaciones destacó el rápido knock-out que le propinó al “Caimán del Catatumbo”, en el comienzo del segundo asalto, demostró su gran y poderosa pegada.

Ante cualquier pronóstico, el martiniqueño Battling Hamley venció al campeón nacional Vittorio Carretta. Fue asombroso su triunfo, dominando a Carretta desde el primer round. Allí Hamley supo esquivar los golpes de Carretta y luego de castigarlo durante tres asaltos, en el cuarto round lo puso contra las cuerdas, dándole un fuerte derechazo al estómago, que puso knock-out al campeón Carreta. Hacía un año en que se había realizado la misma pelea y Carretta había derrotado por puntos a Hamley.

En esa época se llevaron encuentros boxísticos en el Circo Metropolitano de Caracas, entre los venezolanos: Isidoro González “Pica-Pica”, Toribio vs. Manuel Mantellini, que resultaron muy emocionantes y se vislumbraba un futuro promisorio para Pedro Maury, quien era considerado como el pugilista joven venezolano que tenía mayores conocimientos del arte del boxeo y fuertes manos.

Rafael Carabaño derrotó a Armando Best, propinándole un knock-out en el tercer round. Algunos señalaron que lo golpeó incorrectamente. Fue un combate encarnizado y con muchos golpes desatinados. Esta fue la tercera victoria de su carrera para Carabaño exhibiéndose ante el público.

El zuliano Daniel Alvarado “Rayo del Catatumbo” también empezaba a descollar en esa época. Señalaba el periodista deportivo Pedro Luka, que le habían dicho que “parte cocos a puñetazos”, lo dirigía un técnico norteamericano y había corrido 9 kilómetros sin demostrar cansancio.

Ese día se enfrentaron los boxeadores: Bill Messick, pseudo-campeón de la flota norteamericana del Atlántico y el argentino Godín, Campeón de Venezuela, quien le dio una golpiza, derrotándolo fácilmente.

El 6 de diciembre de 1924, se organizó la pelea entre Daniel Alvarado “El Rayo del Catatumbo” y el argentino Pedro Godín.


El argentino Luis Ángel Firpo perdió por puntos en 12 rounds, ante el boxeador Charles Weinert, quien había sido derrotado por el mismo Firpo anteriormente en la ciudad de Filadelfia (U.S.A.) con un knock-out en el segundo asalto. Se creía que el “Toro de las Pampas” iba a obtener una fácil victoria ante el norteamericano y no resultó así. El argentino fue castigado fuertemente en numerosos rounds y tuvo una herida profunda en el labio inferior.

Weinert dio y recibió golpes cambiados con limpieza. La abrumadora y poderosa derecha de Firpo alcanzó en varias ocasiones la quijada de su contrario, pero éste soportó el castigo sin importarle. Los famosos derechazos de Luis Ángel Firpo pasaron desde hoy a ser una fábula.

El mejor match del Campeón Suramericano había sido el enfrentamiento que tuvo ante Jack Dempsey. Posteriormente, fue derrotado por Harry Wills a quien apodaban “La Pantera Negra”. Firpo era la máxima esperanza latinoamericana para titularse campeón a nivel mundial y luego de esas dos últimas estrepitosas derrotas ha mermado su cartel.

En esos años, la esperanza latinoamericana se había fijado en el boxeador chileno Quintín Romero Rojas, cuyo nombre se asociaba al knock-out, ya que había alcanzado 15 victorias en forma consecutiva.

El 7 de diciembre de 1924, se enfrentó a quien debería disputarle el cetro de campeón a Jack Dempsey, quien era Jack Renault, de origen franco-canadiense y le ganó por puntos.

El Comité de Boxeo Suramericano, representadas aquellos años por las asociaciones de Argentina, Chile y Uruguay, concedieron el título de Campeón de Suramérica al púgil chileno Quintín Romero Rojas, por sus triunfos obtenidos en la ciudad de Nueva York (U.S.A.).

La temporada de boxeo en Caracas se reanudó con el enfrentamiento entre el chileno Víctor Vázquez y el francés Raúl Ansel. Se esperaba que fuera una buena confrontación a pesar de la desigualdad existente con la edad. Ansel era mucho más experimentado, pero se vislumbraba la victoria de Vázquez, para enfrentarlo al Campeón Nacional Godín. Ansel viajó a Panamá para contratar a 7 u 8 pugilistas y traerlos a Venezuela para combatir con ellos. La idea era considerada admirable y oportuna, para desarrollar la temporada de boxeo y la calidad de nuestros boxeadores. Entre los más destacados púgiles criollos de ese año, tenemos: Rafael Carabaño, Armando Best, Braulio Tovar y  Daniel Alvarado “Caimán del Catatumbo”.

Ya empezaba a destacarse en Europa, el gran boxeador español Paulino Uzcudum, quien había derrotado en Bilbao al campeón peso máximo de Bélgica, Humbeeck, por knock-out, actuando como árbitro Carpentier.

En 1925, el boxeo ya se había impuesto en el ánimo de los capitalinos pero éstos reclamaban mayor clasificación para algunos valores individuales, entre los que se contaban: Los venezolanos Luis Garrido, Emilio Orellana, Manuel Mantellini, Armando Best, Rafael Carabaño, Pedro Maury, Isidoro González, “Pica Pica”; el argentino Pedro Godín, los chilenos Víctor Vásquez y Eduardo Lagos; y los trinitarios Dick Turpin, Bussy Billy y Fearless Freedy y el martiniqueño Battling Hamley, púgiles extranjeros que cumplían campaña en el país.

El año 1925 se pensaba traer al pugilista trinitario Theophilus Harrys, para enfrentarlos a Godín o Vázquez. Se encontraba en Caracas también, el recio Batling Hamley, que había vencido a Carabaño.

Expresaba Pedro Luka: “El entusiasmo por el boxeo ha decaído visiblemente; a pesar de que las corridas de toros han experimentado una reacción formidable. Además, ambos espectáculos, se pueden armonizar perfectamente. Lo esencial en el caso presente es que los encuentros pugilísticos resulten interesantes y que los aficionados no tengan ocasión de quejarse ante combinaciones deficientes o por la conducta incalificable de ciertos boxeadores que anteponen sus mezquinos intereses a la reputación profesional. Ese es el único remedio”.

El 24 de abril de 1925, se celebró el match de revancha entre los boxeadores pesos pesados, el chileno Quintín Romero y el canadiense Jack Renault, escenificado en el Cuartel Nacional de Newark (U.S.A.).

Romero había vencido por puntos, meses atrás al púgil Renault, hazaña que dio gran renombre al boxeador chileno. Los cronistas deportivos internacionales daban como lógico el enfrentamiento entre Romero y el campeón mundial Jack Dempsey. Renault había solicitado el combate de revancha ante Romero, al señalar que en esa ocasión había sido derrotado por la mala suerte; y luego, al darse el combate de revancha entre ambos púgiles, los entendidos señalaban que Jack Renault ganó una gran mayoría de rounds que su contendor Quintín Romero. El total de rounds fue de 12; 7 de los cuales ganó Renault y 2 fueron considerados tablas.

El triunfo de Renault no constituyó una victoria oficial debido a que las leyes de la Comisión de Boxeo de Newark establecían que los triunfos debían obtenerse por “knock-out”, y consideraban nulo todo encuentro que no se definiera de este modo. 

La noticia boxística de la época era la posible destitución del campeón mundial de boxeo, de los pesos pesados Jack Dempsey en caso de no aceptar el reto de pelear contra Harry Wills.


El púgil chileno Eduardo Lagos "El Caballero del Ring". Caracas (Venezuela). 1925.

El 9 de agosto de 1925, el boxeador chileno Eduardo Lagos, a quien apodaban “El Caballero del Ring”, realizó en el Nuevo Circo de Caracas la mayor demostración de valor que hasta esos momentos se presentaba en los cuadriláteros de nuestro país.

Había enfrentado a Bussy Billy. El corajudo púgil chileno se encontraba groggy desde el segundo round, aguantando los 8 asaltos siguientes, realizando la mayor proeza de valor y voluntad que a esta fecha se conocía en la historia del boxeo mundial.

El boxeador Lagos se levantó 17 veces en esa pelea, y el público asistente enardecido gritaba “¡Viva Chile!”.

El récord de levantarse de las caídas lo poseía el ex-soldado francés Eugenio Criqui, en su pelea con Dunde, quien había sido derribado en 15 ocasiones y se había levantado en todas ellas.

Solo un boxeador con unas piernas en buena forma pudo sostenerse durante un castigo de media hora en estado inconsciente. Lagos fue el vencedor sentimental ante un público que le tributaba gritos de admiración.

El 15 de agosto de 1925, en el Circo Metropolitano, se presentaron el venezolano Rafael Carabaño y el trinitario Young Lee. Las crónicas de la época señalaban el fraude de la pelea, ya que siendo mejor el boxeador trinitario, se tendió en la lona, a pesar de las protestas del público, y de que Jesús Corao le instó a que continuase el combate.

Boxeo en el Nuevo Circo de Caracas en 1925. Fotos: Dr. Luis Olavarría Matos.

El 5 de septiembre de 1925, señalaba Pedro Luka, las deplorables condiciones del boxeador chileno Víctor Vásquez, tras su reciente pelea en el Nuevo Circo de Caracas. Expresaba que quizás era el mejor pugilista que se encontraba en el país, pero que se estaba en Caracas prácticamente sin entrenamiento. Su pelea con el trinitario Dick Turpin, anunciada para el 6 de septiembre tuvo que aplazarse por exigencias del púgil chileno para el día 20 de septiembre. La medida, a criterio, de Pedro Luka, lucía atinada.

Esta pelea entre Vásquez y Turpin se considerada como uno de los sensacionales encuentros pugilísticos dados en Caracas para esa época.

Ambos boxeadores contaban en su haber con numerosas victorias. Turpin era recio, alto, de fuerte pegada y de mucha capacidad de aguante en los castigos. Vásquez era igualmente fuerte, pero aventajaba en conocimiento y mejor boxeo a su contendor.

Otro encuentro esperado por el público caraqueño fue la revancha entre Lagos y Bussy Billy, el cual se dio al terminar el match entre Vásquez y Turpin. Lagos después de operarse la nariz se encontraba listo y decidido para esta revancha. La anterior victoria de Billy, fue considerada objeto del azar. De no haber el martiniqueño alcanzado a su oponente con un golpe tan preciso en los comienzos de la pelea, muy distintos hubieran sido los resultados.

El 11 de septiembre de 1925, boxeó Godín en Nueva York, ante Rosembloom. El antiguo campeón de Venezuela, el argentino Godín, fue contratado por Boby North, representante de boxeadores y promotor de boxeo. El Sr. Jesús Corao le entregó una carta a Godín cuando salía de Venezuela, recomendándole al Sr. North. El monto que cobraría sería de 10 dólares por round.

La afición de Caracas estaba deseosa de ver el combate entre el campeón ligero, el venezolano Armando Best y Rafael Carabaño.

Los hermanos Carlos y Jesús Corao, presentaron en el Nuevo Circo de Caracas, en la tarde del domingo 20 de septiembre de 1925, tres peleas de Campeonato en un mismo programa: Luis Garrido, se impuso por K.O. a Isidoro González “Pica Pica”, por la faja de los Moscas;  Emilio Orellana, ganó por K.O. a Pedro Maury, por el título de los Gallos; Víctor Vásquez, (chileno), campeón peso pesado y Dick Turpin, (trinitario) hicieron tablas, conservando el primero de los nombrados el título de campeón.

Estos boxeadores foráneos con títulos de campeones venezolanos, ameritan una explicación y es que en aquellos tiempos, se permitía disputar un título nacional, entre venezolanos y extranjeros. Es por eso que muchos boxeadores de afuera ostentaron fajas nacionales. Dándose el caso insólito de la pelea titular de los Welters, entre el campeón nacional, Pete Martin, natural de Puerto Rico y el retador alemán, Jupp Basselman y otros encuentros por campeonatos que sería largo enumerar.